domingo, 31 de marzo de 2013

Abril.




Eh, mira 
cómo se va acurrucando el sol
en nuestra piel.
El azul se extiende 
aunque 
un blanco resplandor tiembla dentro.

La multitud enquista su alma
en las calles.
Las canciones se agitan nerviosas.
Las esperanzas venenosas
caen alrededor. 
El día se tambalea
porque no le bastan 24 horas,
no es suficiente con dos ojos,
una boca, un nombre
o cientos de deseos
punzándonos la sien.

Estamos aprendiendo a amar
el Ahora.

Cambiamos las salidas
por las entradas de emergencia.
Digamos que nuestros corazones
son como la M-30.

Eh, mira aquí.
Aquí, aquí, 
no me refiero
a este punto del mapa, 
no exactamente,
no puedo señalarlo con los dedos.

Aquí, aquí dentro.
Imagina que todo esto dura para siempre
y no nos da miedo.
Imagina que todo esto
significa 
que estamos llegando
a casa. 



domingo, 3 de marzo de 2013

Que la luz ponga los pies sobre mí (y acelere).






Tengo la boca llena de huracanes.
Cerca de mí, lejos de todo
y de nadie.

La súplica de un corazón desnudo
esperando que lo abrasen.
Fuego, más fuego, fuego
y
que la luz ponga los pies
sobre mí
y acelere.

Extensión infinita
ante los ojos, bajo la piel.
Fuego incendiando los límites,
fuego sobre el horizonte de las palabras,
fuego iluminando la piel callada,
fuego, más fuego, fuego
y deseo.

Y deseo tanto y tan fuerte
que duele,
y duele tanto 
el deseo
y es tan gigante y tan puntiagudo
y tan azul cielo
que a veces creo 
que soy feliz.

Que la luz arrastre hacia mí
el pedazo de mundo que lleva mi nombre.
Que la luz me arrastre
hacia algún lugar,
que azote la carne dorada de lo aún por suceder,
que la luz me apriete el caos
y me espere cada noche, entre las sábanas,
que la luz me abrace
y me lleve de regreso a casa
cuando ya ningún bar 
sea capaz
de darme cobijo.

Que la luz me lleve
hacia cualquier parte,
pero que sea contigo.