Él nunca duerme,
él nunca crece
del todo.
Desde el borde de un poema
sin versos
respira.
Él hace que el resto
se ponga de rodillas
y lo chupen,
y lo alaben.
Él aguarda
una dulce destrucción:
que lo hagan temblar
hasta casi explotar.
En él no existe la superficie,
solo puedes quedarte
si llegas hasta el fondo.
Él ruge desde lo más profundo
de los ojos
cuando quiere hacerse escuchar.
Él no entiende de números,
de lenguaje,
de tiempo
o de intensidad.
Mi corazón es una bestia
que baila bajo el pecho
sin mi consentimiento.
Mi corazón es una bestia
que huye de la gravedad.
Mi corazón es una bestia
que busca un hogar.
Mi corazón es una bestia…
es / una / bestia
capaz de amar.