AZUL KLEIN (I)
¿Qué miras?
¿Qué estás mirando?
¡Versos arriba!
Pon el alma en alto,
donde yo pueda verla...
Las palabras jadean.
Las copas sangran
sobre la mesa.
La poesía
que me queda
brinda con los ojos cerrados.
No voy a pedir perdón por esto.
Pronuncio cada cosa
que he amado
porque me da miedo olvidar
los verbos que me mantienen viva.
Tengo hambre.
Pruebo a devorarme
por dentro,
cortando en pedacitos
cada cosa que tengo.
Los sueños se despiertan
a media noche en el sofá
y todas las sábanas
huelen a silencio.
La piel murmura,
encendida,
buscando el centro
aunque todo movimiento posible
acabe abrazando las sombras.
AZUL KLEIN (II)
Te aproximabas al mar
cuando sorprendiste al tiempo
arrancando todos los azules.
Lo sé.
Lo darías todo
por sentir ahora
una luminosa batalla virgen
alzándose sobre los hombros.
Lo darías todo,
todo,
por estar allí de nuevo,
con los pies encima
de ese momento.
Lo darías todo,
todo,
por sentir
que el calor va haciéndose más intenso,
por ver cómo el cuerpo se va iluminando,
por estar ahí,
ahora,
aproximándote,
con la sensación de estar pisando
el escenario más real
de toda tu vida.