jueves, 8 de diciembre de 2011
alas de mosca.
blanco y tungsteno.
recorre un frío pasillo,
una eterna línea recta
hecha de espirales.
nunca hay mucha diferencia.
la luz de hospital le alumbra la piel
de sus 21 años
y en sus ojos
también hay luz
pero también es artificial
-aquí tampoco tienen cura
para ti, aquí tampoco,
sigue buscando-.
la habitación 605 se cierra,
da igual si es de noche o de día
nunca hay mucha diferencia.
nuevas agujas
en las mismas semanas
de días sin resurrección.
un silencio seco
duerme sobre el mostrador
-aquí tampoco, para ti
no hay nada,
aquí tampoco-.
las moscas se chocan
contra el cristal de la sala de espera.
se duerme sin beso de buenas noches
y cierra los ojos,
dicen que mañana
será otro día
-aunque amanezca sin alas-.
cierra los ojos
deseando que mañana
sea otro día.
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Parece que el rescate está habitado por el caso omiso. Esperar un nuevo día tampoco es tan futil, el ocaso, luego el amanecer y de nuevo el ocaso. Girar sin alas ni apéndices. Mantener al cabo un rastro vigilante.
ResponderEliminarSimplemente; increíble.
ResponderEliminarTu tienes tu cura, yo lo sé.
O sino, en el norte sabes que puedes encontrar un ligero analgésico :)
He sentido clautrofóbia...
ResponderEliminarBesazos encerrados
Consigues dejarme sin palabras día tras día
ResponderEliminarUn beso
Me gusta este poema, de tan lúgubre que es...
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