lunes, 3 de febrero de 2014

jueves, 2 de enero de 2014

Breve carta de renuncia



Yo que siempre estoy en camino,
que voy despegándome los versos de la boca, 
acumulando estaciones, 
que voy buscando una manera de amar, 
un cuerpo al que llamar hogar, 
un lugar al que volver, 
una manera de morir que me permita volver a nacer.

Por la presente 
me dirijo a ustedes 
para comunicarles, formalmente,
mi renuncia:

Renuncio a las mayorías, a los improbables, a los consejos, 
a los finales predecibles y sus títulos de crédito.
Renuncio a ser lo que los demás esperan.
Renuncio a NO tener la poesía
como forma de masturbarme
la vida.
Renuncio a buscar el camino más corto,
a amar, exactamente, a quien debería.
Prefiero ser infiel a la razón 
antes que ser infiel a mí misma. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Declaración de existencia.





A veces hay demasiados desconocidos a mi alrededor.
A veces no entiendo vuestras costumbres, vuestros buenos modales, vuestra exhaustiva paciencia, vuestra calma aparente.
A veces me pregunto a qué os referís cuando habláis de amar y de estar vivos.
A veces me pregunto cómo sentís tantas cosas con tanta facilidad
cuando estamos demasiado acostumbrados a no querer,
cuando estamos demasiado acostumbrados a que no nos quieran.
A veces me pregunto de qué sirve engullir a todas horas si estamos tan flacos de vida.
A veces me pregunto por qué seguís esperando que os salven
si no estáis dispuestos a salvar a nadie.
A veces me pregunto en qué pensáis cuando os vais a la cama
sin ningún cuerpo que os roce al otro lado,
o con él,
y sin embargo os sentís tan solos.
A veces os maldigo y tengo la urgencia de escupiros mi tormenta a la cara.
A veces os bendigo con versos, os amo y os necesito tanto…
A veces me pregunto dónde o en quién está lo auténtico.
Por qué pedís permiso para entrar, por qué fingís
pasar descalzos y sin hacer ruido,
si al marcharos vais a dejar un huracán.

A veces me pregunto
qué diablos queréis de mí,
qué venís a rebuscar aquí dentro, 
si ya me lo estáis 
ranca n o 
todo.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cambio de marcha





Ahora 
la excavación es necesaria.

Pretendo saber qué hay
en el fondo de esta acumulación pegajosa
de sentimientos, 
de carreteras entrecruzadas,
de balas 
de doble sentido.

Ahora
hablo
de darse golpes, 
de echar de menos,
de no estar de más,
de sentirse perdida
y propiciar encuentros, 
de darle un sorbo
al café hirviendo,
de tener ganas de luz
y también miedo,
de avanzar, retroceder,
de silenciar el silencio,
hablo de mirarte por encima de

la barra
y beber de tus ojos
la penúltima copa de luz
(siempre la penúltima).

Hablo de destrozar
cualquier unidad de medida,
Hablo de esa criatura
torpe y flaca
que quiere alimentarse de vida
y no tiene ninguna forma, regla
o definición establecida.

Hablo de follar, desear, leer,
escribir poemas.
Hablo 
de estar dentro 
de algo.

Ahora
no soy yo 

quien va a permanecer inmóvil,
aquí,
como si hubiera un adverbio
de espacio o tiempo
lo suficientemente fuerte
como para por sostenerme.

Ahora
pretendo saber qué es esto,
pretendo saber quién eres,
pero, sobre todo,
ahora
pretendo saber 
quién soy.

miércoles, 9 de octubre de 2013

La Ciudad Azul (I y II)






La Ciudad Azul (I parte)

Que nunca empiece
y que nunca acabe
es prácticamente lo mismo.

Yo tengo una historia
que empezó
una vez tras otra.

Mi soledad apuñalaba las aceras.
Pero nunca estaba sola.
Estaba yo frente al mundo
como si todo fuese 
un espejo gigantesco.

El silencio me gritaba
en cada rincón de la Ciudad.

Maldita y preciosa Ciudad,
me recuerdo sentada en la barra del bar, pensando
'el mundo es esto que me trago con los ojos'.
Intuía la paz en el tráfico 
que rodeaba Plaza Cataluña.
Esperaba que la llama azul me besara por dentro,
esperaba, desde ese otro lado,
saboreando los instantes previos.

Bajé las Ramblas 
y me senté en el puerto,
rodeada de gaviotas,
pasando páginas, 
rasgando miedos,
acumulando sonidos y silencios,
mirando mi vida
directamente a los ojos.
(Admito que quise quedarme 
en aquel instante
para siempre.)

Quiero recordar ese cielo gris de octubre,
el batir de alas, el viento despeinando las calles,
quiero recordarlo a cada segundo
para que esa belleza intensa 
y casi dolorosa
no se vaya apagando.



La Ciudad Azul (II parte)

Te puse el alma sobre la boca.

Era exactamente esa voz,
esa voz de nuevo.

Hicimos sagrado cada lugar 
que moldeamos 
con nuestra presencia.

En algunos momentos
se abrió un agujero en el tiempo
y comenzamos a masticar 
los segundos a conciencia.

Justo entonces la huella
se hizo sobre mi piel.
Justo entonces mi piel
estorbaba.

Justo entonces
comencé a creer en la eternidad.


No quise pronunciar el futuro, 
no quise mover
ni un solo milímetro de mí,
estaba en todo, en todas partes a la vez,
sentí un escalofrío como un relámpago 
y quise tragármelo todo de golpe,
quise serlo todo,
amarlo todo,
apretarlo contra mí 
hasta que se resquebrajase
en mis retinas, en mi saliva,
en mi sangre.

Le besé los pies al cielo.
Abracé los escombros.
Pedí clemencia.

Lo comprendí todo.



sábado, 7 de septiembre de 2013

El inicio definitivo.





Y ahora, ¿hacia dónde?

Carretera. 
Velocidad. 
Noche y luces de ciudad.

Y ahora, ¿cómo?

¿Cómo regresar?

Sácame de esta cárcel
de piel, carne, huesos
y recuerdos
de aquello que nunca sucedió.

Sácame de esta cárcel
de piel, carne, huesos


sácame 

y

el rumor del puerto
y las palabras
y la duda
y el temblor

y la leyenda azul 
sigue creciendo,
y aquellos instantes
mordisqueados por el tiempo
se van haciendo gigantescos.

El pasado
y este ahora insuficiente
no dejan de extenderse
hacia un para siempre.

Violar


el alma.

Aléjame         de todos los finales,
ahora que solo soy capaz
de desordenar las agujas del reloj
buscando un inicio.

¿Cómo trazar un punto final
tras los puntos suspensivos?

Cómo dejar de sentir 
que seguimos mirándonos
exiliados de nosotros mismos.

Me pregunto cómo regresar,
cómo alcanzar un inicio
sin final prescrito, 
me pregunto cómo llegar
al inicio
                       definitivo.

viernes, 23 de agosto de 2013

A propósito del quizás.






ignoro si estarás
a l   o t r o   l a d o.

si acaso trato de entender
tu silencio,
la mancha del quizás
colgada en las paredes de mi vida.

no sé de qué huíamos.
sé que siempre había un verso
cabalgando entre nosotros.

cómo dejar de encontrarte
en tantos poemas,
cómo negar
que eres esa fracción de mundo
en el que reside una eterna infancia.

volveré a morder el adiós
en el patio de un recreo 
que se queda vacío.

me tropezaré con tus ojos
en cada hogar 
que crea vislumbrar,
aunque después solo sea
un nuevo espejismo.
me esperarán
los labios mojados
de alcohol 
y promesas falsas,
me esperará también
la luz
siempre lejana,
el escenario,
el caos,
la silueta tiritando
entre la multitud,
el tiempo despedazado
a ras de tu nombre.

perdóname si admito
que tengo miedo
a que ahora solo arda
un espacio en blanco,
a que solo haya 
una ciudad temblorosa
e idéntica, una sola ciudad,
una maldita y preciosa ciudad
repitiéndose
en todas las ciudades,
a que se acumulen los verbos
abandonados
en cualquier esquina de nosotros,
a dejarnos ser,
a flotar eternamente
en el aullido,
a comprender
demasiado tarde
que vamos en camino, 
siempre en camino,
sin llegar 
nunca
(a nadie).




miércoles, 7 de agosto de 2013

Ahora que solo quedamos dos: la Poesía y yo.






Ahora que estoy hecha de
sol, arena
y ausencia.

Me queda 
el nunca
y la nada
derramándose sobre mi cama.

No tengo derecho
a escoger un solo recuerdo
y alabarlo en este templo
a oscuras.
Aun así
habrá que elegir 
un nombre,
una imagen, 
una banda sonora,
habrá que trazar una línea 
que  empiece y acabe
en el infinito.

Los pliegues de los días
están manchados de cerezas.
Solo sé que no es temporada
de palacios,
de aviones, 
trenes,
de buscar 
el roce de tus manos.

Este aire que alimenta
mi respiración
se desnuda.
Las marañas de luz
sudan
en mi cuerpo.

Los pájaros son de cristal
y no encuentran azul 
sobre el que deslizar sus alas.

El cielo que brota
en la página en blanco
no le pertenece a nadie.

Sin embargo trato de volar
yo, con mis dedos 
por encima de cada letra
aunque no sepa
si encontraré una palabra
que sostenga todo este vacío.

Ahora
me engancho una estrella
a los tobillos,
bajo la ventanilla del coche
y respiro
el olor a sal,
ahora cambio de marcha
y no sé si sujeto
el papel o el alma.

Ahora
solo quedamos dos:
la Poesía 
y yo.