Por si no lo has notado,
todo esto se mueve.
Este instante
gira
dentro de otro.
Por si no lo has notado,
sigo aquí.
Camino deprisa
por los pasillos de un hotel
donde no tengo ninguna habitación reservada.
Abro las manos
para dejar caer
un grano de arena
sobre el mar.
Piso el acelerador.
Introduzco el alma
hasta el final
de la última copa,
la introduzco
por si alguna vez
consigo salvarme
besando a dios
en el último sorbo.
Piso el acelerador.
Tú
ten cuidado,
que el mundo resbala.
Un animal babea
en los vértices de mi cuerpo.
Pondré el corazón a juego,
a cuatro patas.
Piso el acelerador.
No espero nada.
Lo espero todo.
Piso el acelerador.
Si pudiera atravesar este grito,
como quien atraviesa
un laberinto con las luces apagadas,
si pudiera clavar
los colmillos
en este grito que tiembla
y suda a los pies de mi cama,
y no tiene principio ni fin ni forma,
y no viene de ninguna boca.
Si no estuviera
perdiendo el control
de manera consciente.
Si la realidad no me desbordara
de tanto recordarme mi nombre,
mis lunares, mis arañazos,
mi vacío.
Piso el acelerador,
piso el acelerador,
piso el acelerador.
Suelto el volante.
Y ya está.
¿Y ya está?
Silencio.
Se supone que
nadie escucha
el g o l p e de a l a s .