cómo voy a clavar cada uno de mis dientes, sin mucha prisa, en el cuerpo reluciente de este trozo de mar, de vida, cómo voy a devorarte, a ti, a mí, una extensión de este mundo de mares y cielos comestibles, de bolsas de plástico, de tickets de metro que perdí, del Vips del McDonals del Mercadona, de cuentas y noches pendientes, de copas (ahora) vacías, de bocas que no callan que aspiran aire y se alimentan del humo de otras bocas, de maquillaje que se acaba o se seca, de deudas que nunca pagaré.
[pasa un coche rojo, carne roja que atraviesa el estómago, rojo atardecer, fuego en las manos. pasa rápido. todo excepto algo que siempre se queda.]
mira cómo voy a clavarme, yo, afilada, en la piel precocinada de este ser de luz. yo aquí , y allí, también junto a la barra donde se recargan con vodka las primeras estrellas.
ábrete por la mitad y mastica esta porción de nosotros, hecha con prisa y retazos de vida, esta extensión de mundo, maldito y reluciente como un recuerdo, de mares y cielos comestibles.
Vas a seguir esperando. Vas a esperar y a esperar y a esperar...
algún día te encontraré algún día me encontrarás. (Bajaremos las persianas.)
Algún días serás tú.
Pero ahora vas a seguir esperando, enredada en campos magnéticos, campos estáticos... (Descorcharás la apariencia y el silencio. Despacio, que no salpique, que no dejen restos.)
No aceleres, de nada sirve. El motor está congelado. ¿Y ahora? Échale una calada al viento, aspíralo fuerte y retenlo.
Es muy fuerte el olor a quemado. Sí, se quemó hace tiempo. La huella lumínica se arrastra por las habitaciones, deja su cadáver en la ropa... Y el pestillo roto, esta maldita puerta... nunca cerró del todo (bien).
Agarras la impronta de una gota más, estrecha y arrugada, de deseo. Pisas la sombra llana de todas las palomas muertas.
Pero ahora, ahora escúchame, escúchate. Ahora vas a seguir. Espera. Es lo que toca. Puede que no aprendas nunca. Puede que no sepas. Puede que no puedas hacer otra cosa.