lunes, 29 de abril de 2013

Él, la bestia.


Él nunca duerme,
él nunca crece 
del todo.
Desde el borde de un poema
sin versos
respira.

Él hace que el resto
se ponga de rodillas
y lo chupen,
y lo alaben.

Él aguarda
una dulce destrucción:
que lo hagan temblar
hasta casi explotar.

En él no existe la superficie,
solo puedes quedarte
si llegas hasta el fondo.

Él ruge desde lo más profundo
de los ojos
cuando quiere hacerse escuchar.
Él no entiende de números,
de lenguaje,
de tiempo
o de intensidad.

Mi corazón es una bestia
que baila bajo el pecho
sin mi consentimiento.

Mi corazón es una bestia
que huye de la gravedad.

Mi corazón es una bestia
que busca un hogar.

Mi corazón es una bestia… 
es / una / bestia
capaz de amar.

8 comentarios:

  1. Bienaventuradas las bestias de la poesía, malaventurados los que nos enamoramos de ellas y no sabemos finalmente de qué muerte moriremos.

    bs.

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    1. Qué comentario taaaan bello, gracias por estar ahí siempre :)

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  2. En esta versión del cuento, la Bella lleva la Bestia dentro...


    Bss

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  3. El rugido de un animal. Otro corazón que babea en la popa... Un abrazo.

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  4. Una bestia que recarga fuego en su interior lista para desenfundar y rasgar el pecho, ese calor que le derrita el pecho a alguien mas...
    Me encanta tu poesía... Me encanta de verdad...

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  5. Tu corazón es rudo, salvaje, colosal e irracional. Órgano puro e íntegro, hecho para amar :))

    un abrazo

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  6. Las bestias no saben de sentimientos
    mucho menos de razones
    y aún así
    sienten
    y quizá sea su desconocimiento
    lo que las hace tan bestiales
    mientras que nosotros
    con todos estos límites
    sólo sabemos estremecernos
    sólo sabemos padecer.

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  7. Una bestia, sí, pero bonita al fin y al cabo y digna de cuidar.

    Abrazos K.

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