Él nunca duerme,
él nunca crece
del todo.
Desde el borde de un poema
sin versos
respira.
Él hace que el resto
se ponga de rodillas
y lo chupen,
y lo alaben.
Él aguarda
una dulce destrucción:
que lo hagan temblar
hasta casi explotar.
En él no existe la superficie,
solo puedes quedarte
si llegas hasta el fondo.
Él ruge desde lo más profundo
de los ojos
cuando quiere hacerse escuchar.
Él no entiende de números,
de lenguaje,
de tiempo
o de intensidad.
Mi corazón es una bestia
que baila bajo el pecho
sin mi consentimiento.
Mi corazón es una bestia
que huye de la gravedad.
Mi corazón es una bestia
que busca un hogar.
Mi corazón es una bestia…
es / una / bestia
capaz de amar.
Bienaventuradas las bestias de la poesía, malaventurados los que nos enamoramos de ellas y no sabemos finalmente de qué muerte moriremos.
ResponderEliminarbs.
Qué comentario taaaan bello, gracias por estar ahí siempre :)
EliminarEn esta versión del cuento, la Bella lleva la Bestia dentro...
ResponderEliminarBss
El rugido de un animal. Otro corazón que babea en la popa... Un abrazo.
ResponderEliminarUna bestia que recarga fuego en su interior lista para desenfundar y rasgar el pecho, ese calor que le derrita el pecho a alguien mas...
ResponderEliminarMe encanta tu poesía... Me encanta de verdad...
Tu corazón es rudo, salvaje, colosal e irracional. Órgano puro e íntegro, hecho para amar :))
ResponderEliminarun abrazo
Las bestias no saben de sentimientos
ResponderEliminarmucho menos de razones
y aún así
sienten
y quizá sea su desconocimiento
lo que las hace tan bestiales
mientras que nosotros
con todos estos límites
sólo sabemos estremecernos
sólo sabemos padecer.
Una bestia, sí, pero bonita al fin y al cabo y digna de cuidar.
ResponderEliminarAbrazos K.