domingo, 9 de agosto de 2009

dulces y torpes movimientos

He querido escribir esto tantas y tantas veces... lo tenía enquistado dentro, desde hace mucho. Hace meses... y unos cuantos años.
Y todo ha empezado aquí: http://www.youtube.com/watch?v=jkhQHY_Lh24


Hay puertas que no se cierran.
Hay luces que nunca se apagan, sueños que no se acaban sino que descansan.
Hay personas que se aman para siempre.
Hay lugares que no se abandonan, que están en ti. Y al regresar no parece haber cambiado nada, parece que todo ha quedado en pausa, que todo ha estado esperando por ti. Tu lugar, tu hueco en ese instante que emerge del vacío, sigue tal y como lo dejaste. Explota y se abalanza contra tu alma, choca contra ti y acaricias cada golpe, lo palpas, lo absorbes...
Te empapas y te refugias en los brazos de la nada, de esa nada reluciente que te abrasa la piel y te envenena los sentidos, de esa locura que te arrastra y te resucita entre sus dedos.

Ruge el mundo, duele la belleza que se concentra en la boca de un sueño infantil y ciego, duele y exige ser alimentada, exige saciarse, exige siempre un nuevo intento. Te arranca desde dentro las imágenes que ves, rompe los espejos en los que te miras, despedaza las palabras que planean a tu alrededor. Te gobierna y te empuja, se escurre por tu espalda y se cose a cada huella, a cada sombra que trazas a tu paso.

Ha llegado el momento.
Lo pisas con delicadeza, te mantienes firme en la distancia sin querer acercarte aún. Te aproximas con prudencia, lentamente, con inocencia, como si pudiera romperse solo con mirarlo.
Aunque nunca has dejado de mirarlo.
Nunca has dejado de sentirlo y nunca has dejado de desear sentir esa efímera infinitud durante cada día de tu vida, de estirarla y estirarla y hacerla pedazos diminutos para poder esparcirlos a través de cada segundo, cada latido, cada suspiro, cada pestañeo y cada fracción de existencia que recorra tus entrañas.

Y a pesar de todo tienes miedo. Temes estar ahí y sentir que estás ahí.
Quieres y temes volver.
Temes no poder seguir imaginando, temes que llegue la hora de enfrentaros los tres, cara a cara: tú, tu corazón y la realidad.
Tienes miedo de alcanzarlo y de que entonces el fin, una vez más, esté un poquito más cerca.

1 comentario:

  1. Vaya tela... leyendo estas cosas me dan ganas de quitarme de la carrera o algo... Que bien escribes jeje, sigue asi!

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