miércoles, 30 de septiembre de 2009

LA PASIÓN.



El tipo puede cambiar de vida, de religión, de trabajo, de lo que sea, incluso de Dios... Pero de lo que no puede cambiar jamás, ni él, ni vos, ni yo... es de PASIÓN


Los ojos... HABLAN.


El secreto de sus ojos.

Algunas pasiones se amordazan.
Pero las voces interiores no son maleables, no pueden mantenerse anudadas a la razón ni a la espera.
Todo se desata, o cambia o explota, y la afonía de los tiempos verbales acaba desplomándose al vislumbrar el futuro, imperfecto pero posible, y esa otra orilla, y el baile ajeno.
Porque lo que se enmudece acaba recuperando la voz por dentro; comienza a patalear recuerdos, a incrustarse entre las pausas y los renglones, a exigirnos una escalera que lo conduzca hacia el tráfico de realidades. Porque comienzan los rugidos y los aleteos, porque entonces comienza a despuntar el verdadero principio, el surgir de la verdad, y entonces yo, y este todo, y los vocablos, y los números impares, y lo compartido, lo desigual y lo adorado,

y los aullidos
de los ángeles de luz.
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